27 febrero, 2017
TRASTORNOS ASOCIADOS AL JUEGO PATOLÓGICO Mónica Domingo Martínez|
El juego patológico es una adicción conductual, un trastorno en el cual existe una pérdida de control en la conducta de jugar. Como en otras adicciones, este trastorno puede estar asociado a diferentes trastornos de salud, que se describen a continuación.
En el contexto individual puede estar ligado a trastornos afectivos, ya que se han observado niveles de depresión mayores entre jugadores patológicos. También está ligado a trastornos de ansiedad y a trastornos psicosomáticos como dolores de estómago, insomnio, desmayos, dolores de cabeza, asma, etc.
En el contexto familiar la conducta de juego influye negativamente sobre las relaciones en el ámbito familiar. Se ha visto que el 11% de esposas de jugadores patológicos intentó suicidarse o que el 47% presentaba trastornos depresivos. Por otro lado, la familia es la principal fuente de financiación del adicto. Por ello, la conducta del jugador acaba influyendo de manera negativa sobre la economía familiar, lo que va empeorando el clima familiar junto con las mentiras y la desconfianza que se va creando.
En el área social el juego se convierte en el eje central de la vida del adicto, que le va aislando poco a poco, por lo que deja de realizar las actividades de ocio que antes realizaba. Estas actividades ya no son gratificantes para el adicto, y también deja de ver a sus amigos.
En el ámbito laboral, la preocupación de jugar está presente mientras el jugador trabaja, lo que provoca un deterioro de su rendimiento laboral, comienza a incumplir horarios, aparece absentismo, etc.
Respecto a esta adicción, los tratamientos deben estar orientados a cambiar el estilo de vida del jugador, y trabajar en todos sus ámbitos (individual, laboral, familiar y social). Se deben ir incrementando las acciones dirigidas a reducir esta problemática ya que principalmente van dirigidas hacia las adicciones a sustancias.
García, J.L., Díaz, C. y Aranda, J.A. (1993). Trastornos asociados al juego patológico. Anales de Psicología, 9 (1), 83-92.
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