30 septiembre, 2015
Resiliencia Mónica Domingo Martínez|
Existe evidencia empírica de que determinadas circunstancias a las que se enfrenta el individuo pueden propiciar conductas poco adaptativas en el futuro. Un ejemplo de esto son los conocidos como factores de riesgo ante el consumo de drogas. Estos factores aumentan la probabilidad de que la persona que se encuentra expuesta a ellos, consuma drogas en un futuro. Según el National Institute of Drug Abuse estos factores pueden clasificarse en 5 dominios: Individual, familia, compañeros, escuela y comunidad.
Conocemos la importancia de los factores de riesgo en este tipo de situaciones pero también somos conscientes de que existen personas, que pese a haberse vistos expuestas a situaciones difíciles en su infancia y estar influidos por múltiples factores de riesgo, no han desarrollado estas conductas en su vida adulta. Se hace necesario en esta situación preguntarnos qué elemento o capacidad está presente en esas personas para que presenten un desarrollo adaptativo incluso bajo condiciones de adversidad.
Aquí es donde entra en juego la resiliencia. El término resiliencia es un concepto de la física que significa �la capacidad de un material de recobrar su forma original después de someterse a una presión deformadora�. Este concepto fue adaptado posteriormente a las ciencias sociales con el objetivo de describir �la capacidad para recuperarse y mantener una conducta adaptativa después del abandono o la incapacidad inicial al iniciarse un evento estresante�.
Esta capacidad se ha estudiado en niños y se ha encontrado que los factores que la promueven son el locus de control interno y el estilo atribucional. Estos los protegen de los estresores de la vida. De ahí que los niños resilientes tengan una mayor autoestima y autoeficacia, tienen establecidos sentimientos de su propia valía, seguridad de que ellos pueden afrontar las situaciones exitosamente a pesar de la adversidad, habilidades para encontrar significado a las experiencias que producen malestar, un punto de vista de que los errores son consecuencia de factores que son modificables y la convicción de que las contribuciones propias son tomadas en cuenta y son valiosas.
No debemos hacer una interpretación errónea de esta capacidad que nos lleve a pensar que supone una invulnerabilidad al estrés. La resiliencia se fundamenta en la capacidad de recobrarse de los eventos negativos e incluso salir fortalecido pudiendo ser modificada a lo largo de la vida del individuo. Si potenciamos los factores que promueven esta capacidad como el locus de control interno y el estilo atribucional, aumentaremos la probabilidad de que la persona se comporte de forma más resiliente ante los posibles estresores de la vida reduciendo el riesgo de que se den conductas desadaptativas.
Becoña, E. (2006). Resiliencia: definición, características y utilidad del concepto. Revista de psicopatología y psicología clínica. 11(3), 125146
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