31 mayo, 2018
MEDICALIZACIÓN, PROMOCIÓN DE LA ENFERMEDAD Y DISFUNCIÓN SEXUAL FEMENINA Mónica Domingo Martínez|
En ocasiones se hace necesario reflexionar sobre ciertos aspectos que aunque, no están
directamente relacionados con el campo de las adicciones, influyen de forma considerable en
la vida de nuestros pacientes.
A lo largo de este artículo se ha visto que todo apunta a considerar que las
multinacionales del sector se interesan cada vez menos por la salud de las personas y más por
generar estrategias de mercado para sus productos, sean estos nuevos o refundados para
patologías recién definidas. En tal sentido, el aumento de la mercantilización y
farmaceuticalización de la atención en salud ha llevado a tratamientos médicos más parecidos
a los bienes comunes sujetos a las fuerzas del mercado, lo cual nos anima a redefinir la
autopercepción, que pasa de paciente pasivo a consumidor activo. Las reflexiones expuestas
en el presente artículo no pretenden negar la existencia de ciertos trastornos que afectan las
condiciones de vida de algunas personas, sino demostrar la ampliación de los límites de la
enfermedad, en su definición y prevalencia, extendiendo las fronteras entre lo normal y lo
patológico; lo cual legitima la intervención médica y consolida la expansión del mercado para
beneficio de la industria farmacéutica. La «promoción de la enfermedad», también llamada
«tráfico de enfermedades», «invención de la enfermedad» o «construcción corporativa de la
enfermedad», constituye un problema de salud pública por diferentes motivos. En primer
lugar, se está hablando de la posible medicalización de estados «normales» que resultan
redefinidos en sus límites y trasmutados artificialmente en condiciones patológicas de gran
prevalencia en el conjunto social con el objetivo de crear o ampliar el mercado de fármacos,
impulsando el uso excesivo de medicamentos. De otro lado, la definición de nuevas patologías
con el auspicio de los grandes laboratorios trae consigo un gasto innecesario de todo tipo de
recursos que podrían ser utilizados en la investigación de patologías de mayor prevalencia o
con mayor riesgo para la vida de las personas. Por último, el señalamiento de algunos
investigadores en cuanto a los efectos secundarios y los problemas de salud concomitantes al
uso de fármacos prescriptos para las nuevas disfunciones, si bien resultan minimizados o
trivializados en los estudios presentados por las farmacéuticas, generan controversia sobre el
papel iatrogénico de dichos medicamentos. Algunos investigadores del sexo han cuestionado
el concepto de disfunción sexual femenina, ya que resta importancia a factores relacionales y
culturales, y sobrevalora los procesos neurofisiológicos como determinantes. Además, debido
a la dificultad para distinguir entre una verdadera disfunción y una respuesta adaptativa sana,
algunos científicos consideran que cualquier estimación basada en estudios de prevalencia de
la enfermedad es poco fiable.
Referencia bibliográfica:
Díaz, J. C. Z., Cruz, J., & Meneses, M. (2018). Medicalización, promoción de la
enfermedad y disfunción sexual femenina.Revista CS, (24), 41-66.
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