15 noviembre, 2017
La ketamina. Mónica Domingo Martínez|
El clorhidrato de ketamina (ketamina) es un anestésico disociativo 1 que actúa como
antagonista competitivo de la fenciclidina, por el receptor excitatorio del Glutamato N-
metil D-aspartato (NMDA), y de menor acción por su efecto colinérgico de tipo
nicotínico y muscarínico, monoaminérgico y opioide, así como por su interacción con
canales de calcio y de sodio (López-Millány Sánchez-Blanco, 2007).
Un ejemplo interesante de esta acción, en su actuación directa sobre las funciones del
sistema nervioso central (SNC), ha sido su aplicación, con respaldo bibliográfico de
casos puntuales, en el dolor en miembro fantasma (Mayo, Carregal y Fernández
Rodríguez, 2009).
Fue aprobada en 1970 para su uso médico y veterinario, pero también produce efectos
indeseables como ensoñaciones, ilusiones y alucinaciones. Estas desventajas médicas
fueron, para algunos, un aliciente en su uso extra-hospitalario, demostrándose pronto
su enorme potencial psicodélico e instaurándose ya en los años 70 un uso psiconáutico
entre experimentadores en la utilización de drogas (Hidalgo, 2002).
En el mercado ilícito, puede presentarse de muchas formas: líquido incoloro, polvo
blanco, comprimidos o cápsulas, por cualquiera de las formas conocidas de
administración.
Sus efectos dependen de la cantidad, calidad, vía de administración, características
individuales del consumidor y contexto ambiental del consumo, pero también en su
relación con el policonsumo y las mezclas simultáneas con otras drogas: cocaína,
conocida como CK o Calvin Klein; con cannabis, Mary-Kay (María-K).
Los consumidores de ketamina experimentan un estado disociativo como si estuviesen
«fuera del cuerpo», con sensación de estar flotando. Dicho estado puede ser profundo,
generando experiencias alucinatorias y dificultad para moverse, así́ como alteraciones
de la percepción y aparición de flashbacks incluso meses después del consumo. Se
desarrolla tolerancia rápidamente.
En estudios con voluntarios sanos, la ketamina induce síntomas similares a los de la
esquizofrenia, con alteraciones de la percepción, reducción del rendimiento cognitivo,
estados dispositivos, dificultad para recordar palabras y disminución de la memoria
inmediata.
El uso de ketamina predispone a una alta tolerancia, dependencia física leve y grave
dependencia psicológica. Su consumo continuado provoca trastornos tanto físicos,
como psicológicos y sociales; llegando en dosis altas a producir, además de los
indicados, vivencia de OBE’S (out of body experience), ver el cuerpo mientras la mente
flota por el espacio, – Vivencia de NDE’S (near death experience), el consumidor cree
firmemente que va a morir o que de hecho ha muerto; pudiendo llegar al derrame
cerebral, coma y paro cardíaco (Royo-Isach, Magrané, Domingo, M. y Cortés, 2004).
1 Disociación funcional entre los sistemas límbico y tálamo-cortical: deprime la función neuronal en el córtex y
en el tálamo, mientras que, simultáneamente, activa el sistema límbico. Esto produce amnesia y una
profunda analgesia, mientras que el paciente puede tener los ojos abiertos y mantiene los reflejos
protectores.
Hidalgo, E. (2002). Revisión del uso recreacional de la ketamina. Adicciones, 14(2), pp.
177-189.
López-Millán, C. y Sánchez-Blanco, J. M. (2007). Utilización de ketamina en el
tratamiento del dolor agudo y crónico. Revista de la Sociedad Española del
Dolor, 14(1), pp. 45-64.
Mayo, M. Carregal A, Fernández Rodríguez, T. (2009). Ketamina en el dolor del
miembro fantasma. Revista de la Sociedad Española del Dolor, 16(8), pp. 437-
440.
Royo-Isach, J. Magrané, M. Domingo, M. y Cortés, B. (2004). La «keta» (ketamina): del
fármaco a la droga de abuso. Clínica biopsicosocial del consumidor y algunas
propuestas terapéuticas. Atención Primaria, 34(3), pp.147-151.
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