24 noviembre, 2015
La adicción al sexo y nuevas tecnologías (I) Mónica Domingo Martínez|
La adicción al sexo implica conductas relacionadas con situaciones de riesgo, con una pérdida de control y con unas consecuencias sociales y psicológicas negativas, como embarazos no deseados, rupturas, problemas económicos o enfermedades de trasmisión sexual. Consiste en un conjunto de conductas rituales que afectan en su vida cotidiana, pero que no se puede dejar de practicar a pesar de las consecuencias negativas. La adicción al sexo implica conductas, pensamientos y fantasías, activación y ansia por tener sexo. Este sexo está desvinculado de toda comunicación o amor.
Como ocurre con otras adicciones, la búsqueda del sexo es para paliar el malestar más que para buscar bienestar. El sexo es así un remedio para el malestar emocional y se vuelve algo obsesivo. Así, se utiliza el sexo como una estrategia de afrontamiento. Si se está eufórico, nuestro cerebro pide que lo celebremos. Si se está triste, nuestro cuerpo nos pide animarnos.
A diferencia de otras adicciones, la sexual tiene muchas formas: la masturbación compulsiva, las relaciones breves con muchas parejas, frecuentar prostíbulos, el uso excesivo de pornografía o de líneas telefónicas eróticas. Relacionándolo con las nuevas tecnologías, una manifestación también puede ser a través de estas vías mediante cibersexo, por ejemplo.
Los síntomas característicos de la adicción al sexo son (DSM-IV):
A. Durante al menos seis meses, fantasías sexuales recurrentes e intensas y deseo sexual constante, así como:
(1) Cantidad de tiempo excesiva invertida en fantasías y deseos sexuales, así como en la planificación y realización de conductas sexuales.
(2) Fantasías, deseos y conductas sexuales repetidas en respuesta a estados de ánimo como ansiedad, depresión, aburrimiento, irritabilidad.
(3) Fantasías, deseos y conductas sexuales repetidas en respuesta a situaciones estresantes.
(4) Intentos persistentes pero en vano para controlar o reducir mucho las fantasías, deseos y conductas sexuales.
5) Conductas sexuales repetidas ignorando el riesgo físico, psíquico o emocional que pueda suponer para sí mismo o para otras personas.
B. La frecuencia o intensidad de las fantasías, deseos y conductas sexuales provocan malestar significativo o deterioro social, laboral o de otras áreas importantes de la actividad de la persona.
Bibliografía
Odriozola, E. E. (2012). Existe realmente la adicción al sexo?. Adicciones: Revista de socidrogalcohol, 24(4), 281-286.
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