Encefalopatía de Wernicke y síndrome de Wernicke-Korsakoff

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13 noviembre, 2017

Encefalopatía de Wernicke y síndrome de Wernicke-Korsakoff |

La Encefalopatía de Wernicke (EW) está producida por la deficiencia de tiamina
(vitamina B1). Desempeña un papel importante como coenzima en el metabolismo de
los carbohidratos y en el ciclo del ácido cítrico. Siendo uno de los grupos de riesgo más
importantes el alcoholismo crónico. Su incidencia en el alcoholismo varía entre el 1 y el
3% (autopsias), y sólo el 10% de los casos había sido diagnosticado en vida. La EW se
presenta en algunos casos con el llamado síndrome (psicosis) de Korsakoff (SK) que
se refiere a un síndrome amnésico, que suele cursar junto con la EW. (Martínez y
Rábano A. (2002).
Las características de la psicosis de Korsakoff, descrito por Sergei Korsakoff en 1890,
son: amnesia anterógrada para recuerdos explícitos (no implícitos o procedimentales).
En las primeras fases, las lagunas pueden ser rellenadas y pasar inadvertidas incluso
para quienes la padecen. A medida que avanza la enfermedad, también se produce
amnesia retrógrada, que en casos graves puede abarcar incluso extensos episodios de
la vida del paciente. Los pacientes suelen confabular, es decir, imaginar circunstancias
de su vida por las que nunca pasaron y que las viven como ciertas. Esta patología
puede presentarse precedida o no de (EW), por lo que es un síndrome generalmente
infradiagnosticado. Constituye una de las formas en que se presenta la enfermedad de
Wernicke. Se estima que el 15 % de los pacientes alcohólicos llegan a esta
enfermedad carencial, mientras que la encefalopatía de Wernicke alcanza al 2% de la
población general (no alcohólicos). La psicosis de Korsakoff afecta casi exclusivamente
a personas que han abusado del alcohol. (González López et al., 2017).
El diagnóstico de la EW es eminentemente clínico, basado en la tríada clásica de
ataxia, alteraciones oculares y cuadro confusional, pero debe hacerse un diagnóstico
diferencial en lo referente con las patologías propias o estrechamente relacionadas con
el alcoholismo crónico: degeneración cerebelosa alcohólica, mielinólisis central pontina,
así como con el síndrome de abstinencia alcohólica y la intoxicación alcohólica aguda
patológica (Chamorro,Martíny Laso, 2011).
Es de gran importancia tener en cuenta que en el alcoholismo crónico el rendimiento
cognitivo es normal así como los volúmenes de la estructura cerebral. Sin embargo, los
pacientes con síndrome de Korsakoff tienen siempre un déficit de rendimiento en las
pruebas de memoria, visuoperceptual y funciones ejecutivas, así como la reducción de
los volúmenes de la estructura cerebral. Es decir, según el estudio de Krabbendam et
al. (2000) los resultados sugieren que los déficits cognitivos no pueden atribuirse al
consumo crónico de alcohol. Si los déficits cognitivos están presentes en pacientes con
alcoholismo crónico, esto puede indicar un trastorno cerebral subyacente, como es el
síndrome de Korsakoff.
Podríamos resumir que la encefalopatía de Wernicke representa la fase aguda,
mientras que la psicosis de Korsakoff es la fase crónica. La mayoría de pacientes que
no se recuperan en 48-72 horas desarrollan psicosis de Korsakoff. La enfermedad es
potencialmente reversible mediante tratamiento precoz con tiamina, pero en más del
50% de los casos la recuperación es incompleta (Parés y Caballería, 2002).

Referencias

Chamorro A.J. Martín, M. y Laso, F.J. (2011). Encefalopatía de Wernicke en el paciente
alcohólico. Revista Clínica Española, 211(9), pp. 458-63. doi:
10.1016/j.rce.2011.04.001
González López, I. Sierra, E. M., León M. Q. Figueroa, E. M., Aguilera, A. y Olivera, L.
U. (2017). Psicosis de Korsakoff, a propósito de un casointeresante. Revista
Médica Electrónica, 39, pp. 772-780.
Krabbendam, L., Visser, P. J., Derix, M, M., Verhey, F., Hofman, P., Verhoeven, W.,
Tuinier, S., Jolles. J. (2000). Normal cognitive performance in
patientswithchronicalcoholism in contrasttopatientswithKorsakoff'ssyndrome.
TheJournal of Neuropsychiatry and ClinicalNeurosciences, 12(1), pp. 44-50.
Martínez Martínez, A. y Rábano A. (2002). Efectos del alcohol etílico sobreel sistema
nervioso.Revista Española de Patología, 35(1), pp. 63-76
Parés, A. y Caballería, J.(2002). Patología orgánica. Adicciones,14(1), pp. 155-173

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