7 mayo, 2018
EL ROL DE LA AUTOESTIMA, LA PERSONALIDAD Y LA FAMILIA Mónica Domingo Martínez|
En este artículo se pretenden encontrar los factores de riesgo que pueden existir en el
consumo de alcohol por parte de los adolescentes.
Los resultados obtenidos muestran que la tendencia a caer en un consumo de alto
riesgo es significativamente baja. El menor consumo está correlacionado con los primeros años
de la adolescencia y con una pequeña diferencia en favor del género femenino, pudiendo
deberse esto a la subyacente construcción social actual sobre las conductas propias de la
femineidad y las de la masculinidad.
El consumo de alcohol incrementa el riesgo de salud conforme avanza la edad del
individuo. Este proceso concuerda con la naciente independencia del núcleo familiar y la
creciente importancia del grupo de pares como agente socializador. Respondiendo a este
proceso de progresivo aumento de la comunicación, actividad y búsqueda de sensaciones,
observamos que el factor de la personalidad extraversión correlaciona positivamente con el
consumo, apareciendo como la asociación más fuerte del estudio. En cuanto al neuroticismo
se asocia positivamente con el consumo. Probablemente porque este se asocia con tendencias
a la ansiedad, inseguridad, inestabilidad emocional, preocupación y tensión, que conllevan a
una sensación de alivio al resguardarse tras una adicción.
Se observa asimismo que los sentimientos de inseguridad o culpabilidad dificultan el
iniciar relaciones interpersonales que podrían actuar como factores de protección como, por
ejemplo, las del ámbito familiar. La estabilidad emocional surge como un factor clave para
aplacar los nervios y las inseguridades frente a relaciones interpersonales, y para controlar
impulsos adictivos que podrían operar como válvula de escape.
La discreción, el deber y la moral de la personalidad aparecen como factores
protectores. La autoestima tiene una gran correlación con el consumo alcohólico, de forma
negativa. Se destaca como un factor protector respecto de la adicciónya que contribuye a
preservar el propio bienestar biológico, psicológico y social por ser útil para afrontar
situaciones difíciles.
Por otra parte, la fuerte relación negativa con el neuroticismo se explicaría por el gran
impacto que tiene sobre la autoestima los sentimientos de inseguridad y culpa.
En cuanto al rol del funcionamiento familiar se observa una correlación negativa fuerte
respecto de la cohesión. Esto mostraría que las familias estrechamente unidas se mantienen
con mayor fuerza por más tiempo como agente socializador y trabajan como factor de
protección. Un clima familiar y/o escolar inadecuado, que no satisfaga su rol al brindar
seguridad y apoyo conllevará a una autoestima familiar más baja, lo que podría derivar en que
los adolescentes se impliquen en conductas de riesgo como el consumo de alcohol.
El trabajo aporta algo nuevo al análisis de esta relación. Apunta que a más estrechos los
lazos familiares en la etapa de socialización primaria más fuertes las pautas de autocontrol y
de conciencia sobre el cuidado de la salud, elemento que será lo suficientemente fuerte como
para contrarrestar las posteriores presiones de grupos de pares, no siempre concordantes con
las normativas convencionales o conservadoras.
La extraversión es el factor que más directamente se relaciona con un consumo regular
de alcohol, dado que promueve la búsqueda de nuevas experiencias en las relaciones
interpersonales.
Referencia bibliográfica:
Liberini, S., Rodríguez, G., & Romero, N. (2016). El rol de la autoestima, la personalidad y
la familia en el consumo de alcohol en la adolescencia. {PSOCIAL}, 2(1), 27-37.
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