8 junio, 2017
Consumo de tabaco, una enfermedad social Mónica Domingo Martínez|
La historia natural del tabaquismo se inicia con fumar el primer cigarrillo, luego se hace costumbre y ahí se inicia el proceso de adicción. Para ello, se requiere actuar mientras el individuo esté sano y antes de que adquiera la adicción. Es necesario reconocer que la acción por la salud con la participación social puede jugar un importante papel complementario. Concluyendo que, la idea es conseguir bienestar.
La proporción del tabaquismo en la sociedad indica la magnitud de la adicción, el daño y el grado de afectación, tanto del fumador activo como del fumador pasivo. Por lo tanto, hay una naturaleza social implícita en la enfermedad individual.
Es importante tener en cuenta uno de los principales conceptos que guían la actitud contra el tabaquismo, como es responsabilizar al consumidor. Este es culpable, pero también víctima. Por ello es necesario, seguir identificando factores causales y en este caso de la perspectiva social, es una nueva fuente de investigación.
Una importante hipótesis según Geoffrey Rose, sigue siendo válida, «Si el tabaquismo entra bajo presión social, ha de salir del mismo modo» Como enfermedad grave, el tabaquismo reclama cuidados para atender las necesidades individuales y colectivas. Por ello, los cuidados de prevención en el individuo sano se requieren desde la edad escolar.
Finalmente, aceptar que el tabaquismo es además una enfermedad social, abre puertas a otros recursos y mejora la posición para aumentar la responsabilidad civil en toda la población, incluyendo la de los médicos, trabajadores de la salud, sociólogos y líderes de la comunidad.
Referencia:
Chávez Domínguez, R. C., López Antuñano, F. J., Regalado Pineda, J., & Espinosa Martínez, M. (2004). Consumo de tabaco, una enfermedad social. Revista del Instituto Nacional de enfermedades respiratorias, 17(3), 204-214.
Comentarios
Los comentarios están cerrados.