13 febrero, 2018
Alteraciones de la memoria y déficit ejecutivos en el alcoholismo Mónica Domingo Martínez|
En el estudio de Landa, Fernández-Montalvo y Ustarroz (2004) se lleva a cabo un
análisis de las principales investigaciones que estudian la relación entre el
alcoholismo, las alteraciones de la memoria y los déficits ejecutivos.
Los resultados ponen de manifiesto, por una parte, la existencia de un deterioro
en el proceso de adquisición de la memoria a corto plazo (desconociéndose si los
de almacenamiento y recuperación están afectados) y, por otra, la preservación
de la memoria procedimental.
Tampoco se llega en los estudios a un acuerdo en el grado en que los déficit
observados pueden recuperarse, en qué período de tiempo se recupera la
capacidad y carácter parcial o total de la recuperación. Todo ello debido a la
necesidad del control de diversas variables: la edad (que parece tener una gran
influencia en el rendimiento cognitivo), el nivel cultural (que cuanto más elevado
sea, mejor será también la ejecución en las pruebas), años de consumo, cantidad
consumida, duración del período de abstinencia, etc.
Por lo que se refiere a las funciones ejecutivas, la totalidad de los estudios
revisados señalan una afectación de estas funciones que se encuentran
implicadas en la resolución de situaciones novedosas y que incluyen aspectos tan
diversos como la planificación, la abstracción, la inhibición de respuestas
irrelevantes, la flexibilidad mental, la generación de conceptos, los ensayos
mentales y el reconocimiento del logro.
Un ejemplo es el estudio de Sullivan, Rosenbloom y Pfefferbaum (2000), donde
en comparación con los controles, los alcohólicos se vieron afectados por las
funciones ejecutivas, las habilidades visoespaciales, y la marcha y el equilibrio,
incluso después de que se dieron cuenta de las diferencias de grupo en
precocidad estimada y educación.
Otro aspecto relevante es la afectación de las funciones ejecutivas de forma
previa al consumo de alcohol. Ello se ha considerado como un factor
predisponente o de vulnerabilidad a padecer problemas derivados de dicho
consumo (Landaet al., 2004) Este es el caso del estudio de Tapert, Baratta,
Abrantes y Brown (2002), en el que los resultados sugieren que los adolescentes
con capacidades limitadas de atención, pero no necesariamente el diagnóstico de
trastorno de déficit de atención / hiperactividad (TDAH), pueden estar en riesgo de
desarrollar una mayor incidencia de alcohol y drogas.
Las hipótesis planteadas en los diversos estudios no deben conducir a plantear
una disfunción del córtex prefrontal como factor heredado frente a aprendizaje en
relación con la predisposición, sino más bien, a una interpretación multicausal
donde una vulnerabilidad genética interactúa con un ambiente empobrecido y no
permite que se den las conexiones neurales necesarias para un correcto
funcionamiento cerebral (Landa et al., 2004).
Referencias:
Landa, N., Fernández-Montalvo, J. yUstarroz, J. T. (2004). Alteraciones
neuropsicológicas en el alcoholismo: una revisión sobre la afectación de
la memoria y las funciones ejecutivas. Adicciones, 16(1), pp. 41-52.
Sullivan, E. V., Rosenbloom, M. J. yPfefferbaum, A. (2000). Pattern of motor and
cognitivedeficitsin detoxifiedalcoholicmen.Alcoholism: clinical and
experimental research, 24(5), pp. 611-621.
Tapert, S. F., Baratta, M. V., Abrantes, A. M. y Brown, S. A. (2002).
Attentiondysfunctionpredictssubstanceinvolvement in communityyouths.
Journal of the American Academy of Child&AdolescentPsychiatry, 41(6),
pp. 680-686.
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