¿Adicción al tabaco o a la nicotina?

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22 enero, 2018

¿Adicción al tabaco o a la nicotina? |

Llama la atención que el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales DSM-5 de la American Psychiatric Association (APA) (2013), en los Trastornos relacionados con sustancias y trastornos adictivos, hace referencia a los Trastornos relacionados con el tabaco, cuando parece que debería referirse a la nicotina. Por supuesto, es lógico que se utilice el nombre del producto que contiene la sustancia en lugar de la sustancia, porque mentalmente cuando nos referimos a la adicción la relacionamos con el tabaco y solo si se habla con más propiedad la referencia es a la nicotina. Lo mismo ocurre con el cannabis que también el DSM-5 hace referencia a la planta en lugar de a la sustancia que produce la adicción, el delta-9-tetrahidrocannabinol y más generalmente a sus siglas THC.

 

No obstante el DSM-5 matiza que “el trastorno por consumo de tabaco es frecuente entre las personas que fuman productos del tabaco sin humo y tabaco a diario, y es poco frecuente entre las personas que no consumen tabaco a diario o que usan medicamentos de nicotina.” (p. 572). Esto nos hace pensar que la adicción al tabaco tiene un alto componente de adicción comportamental. Esto se puede comprobar viendo la eficacia de los tratamientos sustitutivos de nicotina que según un estudio de Toral et al. (1998) solo alcanza la abstinencia del tabaco a los 6 meses de seguimiento es del 37,9 %, así como el de García Vera y Sanz (2006) que presenta porcentajes parecidos y únicamente llega a la conclusión de que la Terapia cognitivo conductual (TCC) utilizada en solitario o en combinación con parches de nicotina es más eficaz que la administración aislada de los parches; mientras que el estudio de Antoñanzas y Portillo (2003) encuentra que la eficacia de las terapias sustitutivas de nicotina  tiene un porcentaje de mantenimiento de la abstinencia del 8% en chicles (8% y 17% en parches, considerado el periodo de un año).

 

En estos resultados suponemos que un alto porcentaje de los participantes tenía motivación pare dejar de fumar, y por ello se nos ocurre pensar que la escasa tasa de mantenimiento se debe a que aparte de la adicción a la nicotina existe una adicción a fumar cigarrillos, y exactamente cigarrillos de tabaco, pues es conocido también el descenso del número de distribuidores de cigarrillo electrónico que se ha producido después de una primera época de expansión.

 

Otra de las características que indica el DSM-5 en los Trastornos producidos por el tabaco es que “la intoxicación por nicotina es muy rara” y “el consumo de tabaco rara vez ocasiona el incumplimiento de las obligaciones importantes”(p. 572) y que “el uso a largo plazo de medicamentos de nicotina no parece causar daño médico”, pero, sin embargo, “la mayoría de las afecciones se produce como resultado de la exposición al monóxido de carbono, los alquitranes y otros componentes no nicotínicos del tabaco” (p. 574).

 

Esto nos hace pensar que ante una adicción por nicotina, lo más fácil es evitar el consumo de tabaco y utilizar sustitutos con nicotina que no produzca tan temidas afecciones. Sin embargo no es así, por lo que parece que el tratamiento más adecuado para modificar la conducta de fumar debe ser a través de un Tratamiento cognitivo conductual, como hemos visto que se presenta en el trabajo de García Vera y Sanz (2006).

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